Seis mitos sobre Windows que debemos superar de una vez
Windows es, en sus diferentes versiones, el sistema operativo más popular y más utilizado a día de hoy. Su éxito es indiscutible, aunque Microsoft no siempre ha tenido la misma suerte con cada una de las versiones que ha lanzado, de hecho algunas tuvieron tan mala reputación que en su momento fueron consideradas como un sistema operativo a evitar.
Podría poner muchos ejemplos, pero estoy seguro de que Windows Vista es uno de los que más os sonará. Su lanzamiento se produjo después de Windows XP, un sistema operativo que fue considerado como uno de los mejores de Microsoft, y Vista sufrió un enorme rechazo por parte de los usuarios debido, principalmente, a los cambios que introdujo a nivel de interfaz, a sus requisitos y a su rendimiento.
La historia del conocido sistema operativo de Microsoft es muy rica, y como ya he dicho ha sido una auténtica montaña rusa donde ha vivido momentos de enorme éxito y aceptación, así como otros de profundo rechazo. Todo esto fue forjando numerosos mitos que todavía se mantienen a día de hoy, y que francamente debemos empezar a superar.
Esta realidad me ha animado a dar forma a dar forma a este especial, donde voy a compartir con vosotros seis de los mitos más importantes que existen sobre el conocido sistema operativo de Microsoft, y os voy a explicar por qué no son ciertos. Como siempre, si tras terminar de leer el artículo os queda cualquier duda podéis dejarla en los comentarios y estaré encantado de ayudaros a resolverla.
1.-Windows acaba muriendo por sí solo en uno o dos años
Este es uno de los mitos más comunes, y la verdad es que hace muchos años podía tener algo de fundamento, pero hace años que perdió todo su sentido. Recuerdo que, en sus primeras versiones, Windows era propenso a dar errores que no entendía, y que en más de una ocasión me llevaba a tener que intentar algún apaño de emergencia, aunque en la mayoría de los casos optaba por reinstalar el sistema operativo.
Os estoy hablando de 1996, fecha en la que utilizaba un PC con un Pentium a 133 MHz, 32 MB de RAM y Windows 95 (posteriormente actualicé a Windows 98). En aquella época el sistema operativo de Microsoft no está al nivel que tiene hoy, y no era raro sufrir pantallazos azules aleatorios con solo utilizar determinadas aplicaciones. Recuerdo un caso que fue especialmente doloroso, ya que al intentar ejecutar un juego relativamente antiguo el sistema me dio un error grave y quedó en bucle.
Por aquél entonces tampoco tenía los conocimientos de hoy en día, así que no me quedó más remedio que reinstalar Windows y perdí un trabajo importante que tenía a medio terminar. Me tocó volver a escribirlo, y mi mecanografía tampoco era tan buena como ahora, así que me llevó bastante tiempo. Creo que por eso lo recuerdo como si fuera ayer, por lo que me cabreó tener que hacer el mismo trabajo dos veces.
Con el paso de los años he vivido en primera persona la evolución de casi todas las versiones de Windows, incluyendo las peores, como Windows Vista y Windows 8, que los tuve instalados en dos portátiles con diferentes configuraciones de hardware, y puedo dar fe de que la evolución que ha vivido dicho sistema operativo ha sido muy positiva en términos de estabilidad y vida útil.
En ese sentido, uno de los puntos álgidos lo viví con Windows 7, que fue la primera nueva versión con la que conseguí batir todo un récord de vida útil antes de sufrir un problema que me obligara a formatear y reinstalar, y posteriormente superé ese récord con Windows 10, que ha sido el sistema operativo que más años he tenido instalado sin sufrir un problema grave. Lamentablemente, la propia Microsoft se cargó ese récord al liberar una actualización defectuosa que hizo desaparecer mis SSDs. En total, había estado unos cinco años sin tener que formatear y reinstalar.
2.-Pierde rendimiento rápidamente y acaba siendo muy lento
Esta es otra creencia muy popular que tampoco tiene sentido a día de hoy. Si utilizamos nuestro PC con normalidad y con un mínimo de sentido común, y si realizamos mantenimientos básicos para que esté en buen estado, no experimentaremos ningún tipo de pérdida de rendimiento. Puedo dar fe de ello porque, como os he contado en el punto anterior, Windows 10 funcionó de maravilla en mi PC durante unos cinco años, y no me dio ningún tipo de problema de rendimiento.
Durante ese tiempo no hice nada especial, solo me limité a cumplir con todas esas claves que os he comentado al principio de este punto, y que podemos resumir en seis sencillos puntos:
- Utilizar el sistema operativo con sentido común, sin instalar programas o aplicaciones basura.
- Hacer limpiezas periódicas de aplicaciones y cosas que no necesitaba.
- Optimizar las unidades de almacenamiento una vez a la semana.
- Mantener los controladores actualizados, pero utilizando solo versiones estables y maduras que no presentaban errores.
- Instalar las actualizaciones de Windows sólo cuando éstas había sido pulidas y llevaban ya un tiempo prudencial en el canal general.
- Evitar sitios web donde mi PC corriera el riesgo de sufrir una infección por malware y no recurrir a cracks ni a programas de dudoso origen.
Si notas que Windows 10 va lento, o cualquiera que sea la versión que utilices, es probable que esto se deba a un problema que tú mismo has provocado por un uso inadecuado de dicho sistema operativo. También puede que estés sufriendo una infección por malware, que necesites actualizar el equipo, que no hayas configurado algo bien o incluso que no cumplas con los requisitos.
3.-Es un sistema operativo muy exigente a nivel de hardware
Sé que tras la llegada de Windows 11 más de uno me dirá que esto es verdad, pero lo cierto es que el problema con los requisitos de dicho sistema operativo no está en que sean muy altos, sino en que Microsoft ha querido reforzar tanto su apuesta por la seguridad que ha limitado demasiado la cantidad de procesadores soportados, y ha introducido un requisito que nadie se esperaba, el chip TPM 2.0.
Sin embargo, lo cierto es que multitud de procesadores cuentan con una alternativa integrada (fTPM en los Ryzen y PTT en el caso de Intel) que permite instalar dicho sistema operativo aunque no tengamos un chip TPM 2.0, y Windows 11 ofrece una buena experiencia a partir de 8 GB de RAM y de una CPU de dos núcleos y cuatro hilos, aunque es verdad que lo ideal son 16 GB y una CPU de al menos cuatro núcleos y ocho hilos.
Es importante contextualizar, además, que Windows 11 es un sistema operativo que llegó en octubre de 2021, así que es normal que exija configuraciones más potentes y que ya no se conforme con 4 GB ni con procesadores de dos núcleos para ofrecer un buen rendimiento. No obstante, si tenemos un equipo de poca potencia podremos instalar Windows 10 y no tendremos nada de lo que preocuparnos, ya que sigue recibiendo actualizaciones y funciona bien incluso en equipos modestos.
Os puedo confirmar que Windows 10 funciona a un nivel más que aceptable en un PC con 4 GB de RAM, un Core i3 serie 2000 y un disco duro a 7.200 RPM. Obviamente no le podremos pedir peras al olmo, ya que el PC que acabamos de poner como ejemplo tiene 12 años de antigüedad, pero nos permite ilustrar mejor este mito, ya que Windows 10 llegó al mercado hace más de seis años.
4.-No es seguro y resulta muy vulnerable a infecciones
Existen incontables mitos sobre la seguridad de Windows y sobre sus carencias en este sentido, de hecho con el paso de los años he escuchado auténticos disparates que me han hecho llevarme las manos a la cabeza, y también me han puesto muchas excusas para casos de infecciones por malware en los que al final estaba claro que el culpable había sido el usuario.
Lo primero que debes tener claro es que ningún sistema operativo es totalmente seguro e inmune al malware. Hay virus y amenazas de seguridad que afectan a todos los sistemas operativos del mundo, pero estos están especializados para afectar solo a determinados sistemas operativos, lo que significa que un virus que afecte a Windows puede ser inocuo para Mac o para Linux, y a la inversa.
Por otro lado, la popularidad del sistema operativo también influye en la cantidad de virus y de amenazas de seguridad que se desarrollan para atacarlo. Es lo que se conoce como «muerte por éxito», y es que cuanto más popular sea un sistema operativo más rentable será crear malware especializado en él, ya que el alcance y las posibilidades de infección serán mucho mayores. No es complicado de entender, ¿qué te saldría más rentable, crear un virus para atacar a 100 millones de PCs con Windows o uno para infectar a un millón de PCs con Linux?
Microsoft ha ido mejorando la seguridad de forma notable con el paso del tiempo, y con Windows 10 logró un importante punto de inflexión en este sentido. Dicho sistema operativo no me dio el más mínimo problema de seguridad en esos cinco años que lo tuve instalado antes de afrontar la primera reinstalación, con formateo previo incluido, aunque es cierto que hice un uso cuidadoso del equipo y que no entré en webs conflictivas ni descargué software de dudoso origen.
Al final el sentido común y la buena praxis son lo más importante si hablamos de seguridad informática, y con cualquier sistema operativo. No obstante hay que recordar que Windows 10 y 11 vienen con una solución de seguridad completa preinstalada, y que esta hace una labor bastante buena tanto de forma preventiva (evitar infecciones) como curativa (limpiar infecciones).
5.-Hay que reinstalarlo con frecuencia
Este mito es en cierta manera una consecuencia de creer en los anteriores, porque precisamente la reinstalación de Windows es algo que muchos conciben como la única solución a esos cuatro mitos que hemos visto hasta ahora. Es cierto que puede llegar un punto en el que suframos un error grave o un problema que haga que lo más recomendable, fácil y rápido sea reinstalar Windows, pero esto no implica que sea una constante o algo que debamos hacer con frecuencia, más bien es todo lo contrario.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que cualquier usuario con unos conocimientos mínimos es capaz de salir de diferentes situaciones sin tener que verse obligado a reinstalar el sistema operativo, y que en ocasiones lo acabamos haciendo por pereza (por no tener que complicarnos identificando el problema y la solución) y no porque sea realmente necesario.
Si hacemos un uso mínimamente sensato del equipo y cumplimos con todo lo que hemos ido viendo en los puntos anteriores reinstalar Windows será la excepción y no la regla. Obviamente con esto no quiero decir que no nos vayamos a encontrar nunca en una situación en la que tengamos que llevar a cabo la reinstalación del sistema operativo, sino que simplemente esto será algo que ocurrirá ocasionalmente, en raras y contadas ocasiones.
En mi caso, ya os he dicho que con Windows 10 solo me vi obligado a reinstalar por una mala actualización que liberó Microsoft. De no haber sido por eso quizá todavía no habría sufrido ningún error grave, y recuerdo que el sistema operativo funcionaba a la perfección y ofrecía un rendimiento impecable. Soy muy exigente en este sentido y juego a diario a títulos triple A, así que puedo dar fe de ello.
6.-Windows es muy caro y no vale la pena tenerlo original
La piratería y Windows llevan décadas viviendo una relación bastante tormentosa que, al final, ha acabado perdiendo todo su sentido con la democratización de las licencias OEM. Hace años comprar una copia original de Windows era una inversión importante, aunque al final era algo que valía la pena porque teniendo el CD original podíamos reinstalar y recuperar el equipo sin tener que recurrir a terceros.
Recuerdo perfectamente que en los años noventa la venta de equipos con instalaciones pirata de dicho sistema operativo era ya algo habitual, y que esta tendencia se disparó en los años posteriores. También conozco casos de personas que son capaces de gastarse 2.000 euros o más en un PC y que luego quien utilizar Windows en su versión pirata, y hasta he tenido que ayudar a personas que se han comido una enorme infección de malware intentando descargar activadores para Windows.
Obvia decir que todo esto es un despropósito. El sistema operativo es uno de los pilares básicos del PC, y tenerlo original y activado es algo que al final te aportará importantes ventajas:
- Podrás mantenerlo actualizado sin miedo a perder la activación.
- Contarás con soporte oficial.
- Podrás utilizar tu licencia de Windows para actualizar gratis a una versión superior.
- No tendrás que exponerte a los clásicos problemas de los activadores, que suelen estar escondidos en sitios cargados de adware y malware, y que encima pueden contener virus.
Hoy en día no tienes que gastarte más de 100 euros para activar Windows, puedes hacerte con una licencia OEM por entre 12 y 14 euros y con ella no tendrás nada de lo que preocuparte. De nuevo puedo dar fe de ello, ya que en los últimos años he comprado siete licencias de este tipo, dos de ellas las utilicé en mi PC personal y en mi portátil, y otra en el PC de mi pareja, y he tenido cero problemas.
Fuente: MuyComputer
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